Burn After Reading

Corres. El aliento te falta. No hay luz más allá de la que la luna te brinda. Necesitas tomar aire, descansar. Imposible, ya vienen sobre ti, pisándote los talones. Sabías que esto iba a pasar, sin embargo sólo hasta este momento te das cuenta de todo lo que significaba en realidad. Y es que tanto escuchar sobre el tema, hizo que perdieras ese miedo, esa ansiedad. Ahora el miedo no sólo te invade, se vuelve parte de ti.

Tus creencias te delatan. El mundo sabe ahora que no eres como ellos ¿Cuánto vale tu vida ahora? Sigues corriendo. Tus pies sufren a cada paso, fue imposible calzarte adecuadamente, ellos llegaron en medio de la noche, en medio de tu sueño, en forma de una bestia con centenares de cabezas y fuego saliendo de sus brazos, vinieron por tu vida, por tus creencias. Su rapidez es asombrosa. No hubo tiempo más que para salir por una ventana. Ahora huyes en calcetines, corres hacia la montaña.

Un chispazo dentro de tu cabeza: “no vale la pena, debe haber una salida”. Sí, retractarse. Has vivido en el error. Dios comprenderá, tu vida estaba en juego. Un matorral hiere tu pie, cojeas. Ya no quieres más. La noche es fría, quizá la más fría que hayas vivido jamás. Sientes sus voces y el aliento de la turba, enloquecida cómo un toro, dispuesta a todo con tal de liberarse de las plagas que han caído sobre ellos, incluso sacrificar vidas humanas. La razón no existe más. Retráctate.

Divisas una grieta a lo lejos, ideal para el escondite. Parece que alguien allá arriba aún se acuerda de ti. Corres, llegas, te sumerges dentro de la montaña y comienzas a implorar por tu vida. Sabes que la gracia se ha terminado, pero igual imploras.

La turba se ha detenido, como si de pronto te perdieran el rastro. Ahora te buscan con la voz, te están ofreciendo el perdón, a cambio de tus creencias. Retráctate. Continúas tomando aire, piensas, intentas razonar. Te golpeaste la rodilla, el dolor te consume. Y sí, es razonable, tu vida por tus creencias. Tu vida, nada más importa. ¿Saldrás?