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Tecno-feligreses

"porque los últimos serán los primeros..."

Ah la globalización, amada por neoliberalistas, aborrecida por socialistas, indiferente para los niños bien. Independientemente de los factores positivos y negativos que este fenómeno provoca y los consecuentes debates que alimenta, la globalización es inevitable, así de simple, no hay otra sopa.

Ahora bien, si hay algo que podemos recriminarle a nuestras anchas es la creciente cultura fast-food y el superfluo manejo y consumo de la información que nos rodea. La sociedad se va unificando y acelerando, no hay forma de que el velocímetro baje su intensidad. Por otro lado, la posibilidad de ser un prosumer, con potencial acceso a cada rincón del planeta (con acceso a la red [lo cual no es para nada desdeñable]) abre las posibilidad de compartir información con cualquier homo sapiens sapiens en el planeta, desde Bora Bora hasta Tierra del Fuego, pasando por las multinombradas Islas Sandwich (algo tengo con estos islotes, no se que sea).

El creciente aumento de la tecnología nos ha deshumanizado, nos ha alejado de nosotros mismos, y hemos convertido a los distintos canales de comunicación como un fin, los objetos del deseo, dejando su función primaria en un segundo plano. Ahora bien, entrando en terrenos eclesiásticos, es un hecho que la IASD está juntando esfuerzos para lograr abarcar cada vez más terreno mundial, utilizando las herramientas tecnológicas necesarias para conseguirlo, y cuyo leitmotiv es -obviamente- "llevar el mensaje a todo el mundo en esta generación".

Por otro lado, cada vez es más fuerte el movimiento tecnologizador dentro de la iglesia; lo que comenzó con sermones en PowerPoint (desastrosos por cierto) ha evolucionado a cultos transmitidos por internet, podcasts cristianos, redes sociales de jóvenes adventistas ("Ven! Únete a nosotros! Te esperamos!") y demás monadas que han ido insertando a la tecnología en el estilo de vida cristiano, modificandolo de forma notoria con el paso del tiempo.

Espero no me vuelvan a tachar de aguafiestas, pero tomando de comparativo la situación que se ha generado en la sociedad fuera de la burbuja, en la que el fácil consumo, la incapacidad para manejar el torrente informativo, la deshumanización de la comunicación, la pérdida del pensamiento crítico y el aborregamiento de las masas son el pan de cada día, la tecno-feligresía del nuevo milenio está caminando en dirección a terrenos pragmáticos, ligeros y peligrosos. La tecnologización de la información que procesamos conlleva una progresiva pérdida del pensamiento analítico y una cultura de consumo ligerita, suave y fácilmente digerible, ¿podría esto aplicarse a la vida del cristiano también? Al parecer una creciente superficialización en la adoración no para nada una fantasía lejana.

Satanizar la tecnología en arás de volver a utilizar los himnarios en los programas no es el caso, ya que la tecnología es indispensable para la obra que se le ha encomendado a la iglesia, pero caer en el sobreconsumo de la misma, engañándonos a nosotros mismos sobre la necesareidad de cambiar métodos de adoración, simplemente porque nos ahorran tiempo y solapan nuestra flojera y frialdad espiritual no es ni remótamente debatible. No vaya a pasarnos lo que al hombre que ganó al mundo y perdió su alma.

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