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Where were you?

Tuvo que suceder un drástico cambio de temperatura en el edén tabasqueño (17º!, impensable) para de golpe, sacudirme los prejuicios, recobrar una pizca del alma de niño y consecuentemente, recordarme que tengo una especie de bitácora-psiquiatra-confesionario-ociómetro, donde a veces con delicadeza y otras con tosquedad, pego las mariposas, polillas y mosquitos que me rodean a cada segundo y logro cazar en un inusual alarde de destreza mental.

Irónicamente se dice que para ser feliz basta con tener mala memoria; bueno, no me considero una persona categóricamente feliz y a pesar de eso la memoria no me suele acompañar tan seguido, especialmente en esos instantes en los que la presión pública, los pesares rutinarios o las plegarias temerosas me obligan a abrir mi cuenta de Blogger y ver con desdén la falta de posts recientes, cosa triste pero no equiparable con el fenómeno posterior, la falta de palabras interesantes e ideas peculiares para impregnar una nueva carta. letras que me solían acompañar antaño en esos momentos en los que escribir era un ejercicio de exploración fascinante, donde la mente se desperdigaba en las texturas de oscuros e intrincados pasillos, extasiada al punto de desdeñar la búsqueda de alguna presunta luz al final de cada tunel recorrido.

Recuerdo haber haber sido merodeado durante hoy por muchos mosquitos, algunas polillas y tal vez un par mariposas. No recuerdo bien, pero las palmas de mis diminutas manos no han logrado capturar ninguna, dado que justo ahora no las estoy plasmando, retomando ese fenómeno enfermizo y desesperante, donde la cruz del olvido se cierne sobre mí, dejándome sólo dedos inmóviles y pensamientos olvidados, olvidables. Pero está vez no huiré despavorido hacia otros sitios virtuales llenos de color, luces brillantes y caras bonitas, al cabo que el mismo olvido se haría cargo de esa carta inconclusa, que a la postre será eliminada del buzón de borradores; no más, al menos por hoy.

La noche "fría" sobre Villahermosa me llega a erizar algunos vellos y sobre todo, hace mella en mis pies, pero dentro de mí hace fluir de alguna forma las palabras, como en los viejos tiempos. No creí que mi espiritu contrerista llegará a hacer efecto en mi inspiración tanto como lo hace en mis convicciones, pero es una idea que no me desagrada y que por el momento me mantiene todavía en este lienzo pálido, haciéndole frente a todos los momentos de deslucidez, estúpida retórica y chocante ortografía que me ahogaron vez tras vez sin compasión; no más, al menos por hoy.

Olvidaba que existe un alma viviendo dentro de mí.

¿Donde diablos me había metido?

La memoria me abrumó, me hice dependiente de la caza de bichos invisibles y no tomé en cuenta que todos vuelan alrededor mío porque me pertenecen, no necesito luchar constatemente para sentirlos míos, los puedo crear, puedo ser simplemente yo y eso estaría bien, eso bastaría.

Olvidé que las ideas sin alma no sirven de nada, son cisnes muertos.

No me sentiré tranquilo después de publicar esta entrada, quizá la última del año, da lo mismo. Porque la paz no está en cumplir con promesas pactadas, retomar el camino perdido o dejarse llevar por la satisfacción de hacer, además, no la necesito, me he quedado absorto con la textura de las paredes que repaso vez tras vez con mis trémulos dedos, en medio de la oscuridad total.

Quiero volver.


El mensaje anterior fue patrocinado por Parachutes, responsables de un par de coscorrones y sobre todo un empujón definitivo a mi necesidad invisible por retomar este siniestro camino. Ya veremos hasta cuando funciona.

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