No supe que contestar. ¿Misionero? ¿Yo? ¿Yo?
Anoche -hace unas horas- dentro de una subversiva conversación en la cual era notablemente un intruso, se me custionó sobre el país al cual iría de misionero terminando mi ciclo como estudiante. No supe que contestar. Caí en la cuenta de que el boom misionero podría en algún momento darme una bofetada, a la cual animoso, daría la otra mejilla y me enlistaría en el ejército de salvación (misionero). No pude evitar el imaginar carteles de Elena de White emulando a Uncle Sam con la leyenda: I Want You As A Missionary, muy tentativo.
Sinceramente no creo que eso ocurra, pero si por causas de la naturaleza se da, no quiero que se vuelva un acto de moda, una decisión basada en las acciones de allegados o una oportunidad para turistear; quisiera hacerlo porque sentí ese piquete interno que mueve a los borrachos a volverse abstemios y a los políticos a renunciar a sus cargos. No se, creo que es cuestión de sinceridad.
2 Comments:
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Hey pero también tanto y tanto escuchar eso que llega el momento en que dices: -basta, dejen de atarme con eso, no me obliguen a hacerlo. Y si tenías la intención ¿quién sabe dónde se escondió? entonces o te pones a buscarlo y te inscribes al Instituto de Misiones (lo confieso, alguna vez lo hice) o de plano te volteas decides continuar con lo que ya había pensado hacer al graduar (eso implica se parte de la estadísticas de desempleados) que al final, no se qué es lo mejor. Preferiría seguir estudiando. jeje