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Dientes

Dentro de una atmósfera surrealista, llena de luminosa oscuridad y tonos sepia, fueron cayendo uno a uno los dientes de mi boca. Lo que comenzó como un suceso gracioso y con destellos de nostalgia, se convirtió en una inquietante lluvia de molares, colmillos y demás granos de esmalte, cediendo ante el más suave de los movimientos de mi mandíbula, cual hojas que se lleva el otoño, depositándose en mi boca, mientras mi lengua los recorría curiosa desde la raíz hasta el agujero entre los relieves superiores que en otros tiempos desmenuzaron carne y quién sabe que más.

¿Reminiscencias de un futuro inevitable? ¿bofetadas metafóricas? ¿más dosis de ironía hacia mis incisivos? ¿simple travesura mental? Nunca supe por qué se me cayeron los dientes, pero la verdad es que no me importa mucho, hasta confieso que he disfrutado la sensación que produjeron en mi lengua cuando los contuve por unos momentos, jugando con ellos cómo lo hice con el primer diente lácteo caído a causa de aquel polvorón, hace ya algunos años.

No recuerdo bien que hice con mis dientes, tal vez me tragué algunos, después de todo era mi dentadura completa, contenida en mis fauces; creo que tomé unos con mi mano chueca y los examine con la mirada fija, casi hipnotizada. Torcidos, chistosos, un poco picados, amarillentos, quebrados, esos eran mis dientes. Dicen que hasta el pelo más endeble de nuestra nuca delata una parte de nuestro caracter, creo que exageran, pero los dientes... tal vez haya algo en ellos que no conozca, no lo se de cierto, pero igual los miro fijamente, sin saber realmente por qué...

1 Comment:

  1. Zaraí said...
    mno puede ser Iver, te mataré, soy muy visual, me imaginé cada una de tus palabras, te mataré, te lo prometo. Que dientes tan feos, me dejas con una amarga sensación, no quiero pasar por lo mismo, pro qué jugaste con ellos, mejor los hubieras escupido o chance y los vuelves a pegar con cola loca, jaja.

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